Un día de esos días en el cual miras con ojos de ser humano a tu alrededor , me encontré en un parque de Pueblo libre a un mendigo sentado en unas de las bancas y a su costado tenía uno de esos carritos de los grandes supermercados , repletos de cosas, sus cosas y por esas situaciones que a veces no tienen explicación en una época actual de la vida, paré mi abrupto caminar y lo observé detenidamente claro que sin que él se diera cuenta para no hacerlo sentir mal si es que todavía podría haber ese sentimiento en su persona por su desgracia de vivir como vivía.
Uno de los motivos principales fue el de verlo leer un libro, lo cual llamó mi atención y motivó que me acercara a él.
Le pregunté si me aceptaba que lo invitara a un almuerzo y estuvo de acuerdo, entramos a unos de esos restaurantes de menú de la zona y le pedí autorización para tomar nota de sus vivencias y posteriormente publicarla, a lo cual aceptó gustoso.
Se llama Oswaldo Collao Oyarzun, tiene 66 años y sufre de fuertes dolores en la columna, producto de una caída de un segundo piso en el año 2005, donde quedó prácticamente inválido y si no fuera por un quiropráctico chino, ahora con dolor pero camina, nunca hubiera podido hacerlo, situación que en el hospital Sergio Bernales de Collique y el Dr. Morales específicamente quien lo trató, diagnosticaron que nunca más podría caminar. Tremendo Hospital, Tremendo Doctor.
Sus padres se separaron y su madre al poco tiempo volvió a adquirir un nuevo compromiso cuando él tenía 5 años y este nuevo inicio de la vida de ella marcó uno nuevo para él , siendo maltratado física y mentalmente por este iracundo individuo y su madre y familiares de ella nunca intervinieron para evitarlo durante muchos años , triste comienzo de su presente actual.
Terminó la secundaria en el colegio La Salle de curas españoles, en el paseo de los descalzos, centro de Lima, a los 15 años, en el mismo lugar durante 2 años posteriores aprendió manualidades que era como una carrera técnica en esa época.
Un día decide dejar su casa por no poder seguir aguantando los maltratos del padrastro y deambulando por las calles es tomado por el Ejército en esa época de las levas , donde se especializó en cocina y tan bien se sentía que se reenganchó por unos años más, teniendo oportunidad de conocer por esta actividad varios lugares de nuestro Perú.
Sin un patrón de comportamiento adecuado se dedicó a pasar la vida sin mirar el futuro y trabajó muchos años como camionero, algo que también aprendió en el Ejército, recorriendo todo el tiempo diferentes lugares del país, le gustaba viajar y es lo que hacía, regalarse a si mismo lo que nunca conoció de otras personas.
Tuvo dos compromisos en su vida sin hijos. La segunda, después del accidente, lo dejó tal cual un perro abandonado en el hospital, porque no podía hacer nada por él. Un amigo de esos que no faltan, lo recoge y lo lleva donde el chino quiropráctico, consiguiendo este hacerlo caminar nuevamente.
Luego sin familia ni ayuda y consecuentemente limitado por su afección, enfrenta a la vida viviendo en la calle, dentro de ella. Ocasionalmente tuvo apoyo de algunas agrupaciones, pero por tiempos limitados.
Duerme a la intemperie, su frazada es la noche y su luz la conforman el total de estrellas. La piel de su cara y manos es fiel testigo de ello.
Dentro de lo poco que pueda tener como bienes están sus recuerdos y gratitud para todas las personas que siempre de una u otra forma siempre lo apoyan, un plato de comida en días de suerte y en fiestas su pedazo de panetón.
Algo curioso, dentro de los grupos que ocasionalmente ven por él están los budistas los Evangélicos y nunca me mencionó una iglesia católica, pese a que muchas veces suplico ante sus puertas .
No cesaba de decirme que Dios es su gran protector. Algo difícil de entender en un ser que nada tiene salvo su vida para vivirla en agonía y extrema pobreza dentro del flagelo de la ´pobreza en si y la miseria, hermana terrorífica de la misma, sin acceso a higiene, curar malestares o salud, algo que difiere diametralmente del común de la población que al menos tiene lo necesario y que pese a pasar por su lado continuamente, no lo ve y menos piensa en el.
Terminamos la conversación y me despedí prometiéndole publicar su experiencia y Oswaldo con ojos llorosos lo único que balbuceando pudo decirme fueron:
Ayúdeme por favor ayúdeme, ya no puedo vivir así.
Palabras que retumban en mi tal cruel eco agresivo y tenebroso de una realidad que existe pero que no sabemos o no queremos saber de ella, al fin de cuentas, para la gran mayoría no es su problema.
Mg. Dante Arbocco Quesada
Asesor Empresarial
darbocco@yahoo.com
www.elcapitalhumano.com
3 comentarios:
Aqui hay varias enseñanzas: Primero: el Ejercito puede seguir capacitando a muchas personas en diferentes oficios.
Segundo: Como cristiano que soy nunca ví el apoyo directo de la Iglesia en casos específicos de ayuda, mas bien malos casos como la del Padre Martín.
Creo que sería bueno conseguir un asilo para este pobre hombre pobre.
ECM
Hola Dante. La situación descrita, lamentablemente, es muy frecuente, sino basta ver la cantidad de abandonados y desposeídos en costa, sierra y selva. Se que en casos de emergencia y mucha necesidad las oficinas de Caritas dan apoyo puntuales pero obviamente no resuelven problemas de fondo como abandono familiar, etc. porque son más estructurales. Como bien dices habría que ver un asilo o institución similar que pueda cobijarlo aunque sea transitoriamente mientras se busca otras soluciones. Un abrazo y que sigan las buenas crónicas que llaman la atención de problemas sociales y humanos. Felices fiestas patrias !!
Soc. Carlos Ching
Dr. Arboccó, navegando por Internet, descubrí su articulo y me tome la molestia de ubicar el lugar donde vive , si se puede llamar así , este pobre hombre y con una asociación que integro buscaremos ocuparnos de el. Lo felicito por tocar estos temas y por la magnifica redacción.
Un lector
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