sábado, 23 de julio de 2011

Oswaldo,un representante de la extrema pobreza



Un día  de esos días en  el cual miras con ojos de ser humano a tu alrededor , me encontré  en un parque  de Pueblo libre a un mendigo sentado en unas de las bancas  y a su costado tenía uno de esos carritos de  los grandes supermercados , repletos de cosas, sus cosas y por esas situaciones que  a veces no tienen explicación en una época actual de la vida,  paré mi abrupto caminar y lo observé detenidamente   claro  que sin que  él se diera cuenta para no  hacerlo sentir mal  si es  que todavía podría haber ese sentimiento en su  persona    por su desgracia de vivir como vivía.


Uno de los motivos principales  fue el de verlo leer un  libro, lo cual llamó mi atención y motivó que me acercara a él.

Le pregunté  si me aceptaba  que lo invitara a un almuerzo y  estuvo de  acuerdo, entramos a unos de esos restaurantes  de menú de la zona  y le pedí autorización para tomar nota de sus vivencias  y posteriormente publicarla, a lo cual aceptó   gustoso.

Se llama Oswaldo Collao  Oyarzun, tiene 66 años  y sufre de fuertes dolores en la columna, producto de una caída de un segundo piso  en el año 2005, donde quedó prácticamente inválido y si no fuera por un quiropráctico chino, ahora con dolor pero camina, nunca hubiera podido hacerlo, situación  que en el hospital Sergio Bernales de Collique y el Dr. Morales específicamente quien lo trató, diagnosticaron  que nunca más podría caminar. Tremendo Hospital, Tremendo Doctor.

Sus padres se separaron y su madre al poco tiempo  volvió a adquirir un nuevo compromiso  cuando él tenía 5 años  y este nuevo inicio de la vida de ella marcó uno nuevo para él , siendo maltratado física y mentalmente por este iracundo individuo y su madre y  familiares de ella nunca  intervinieron para evitarlo  durante muchos años , triste comienzo  de su presente actual.
Terminó la secundaria en el colegio La Salle  de curas  españoles, en   el paseo de  los descalzos, centro de Lima, a los 15 años, en el mismo lugar durante 2 años  posteriores aprendió manualidades  que era como una carrera técnica  en esa época.

Un día  decide dejar su casa  por no poder seguir aguantando los maltratos del padrastro y deambulando por las calles es  tomado por  el Ejército en esa época de las  levas , donde se especializó en cocina y tan bien se sentía que se reenganchó por unos años más, teniendo oportunidad de conocer  por esta actividad varios lugares de nuestro Perú.

Sin un patrón de comportamiento adecuado se  dedicó a pasar la vida  sin mirar el futuro y trabajó muchos años como camionero, algo que también aprendió en el Ejército, recorriendo todo el tiempo  diferentes lugares del  país, le gustaba viajar  y es lo que hacía, regalarse a si mismo lo que nunca conoció de otras personas. 

Tuvo dos compromisos en su vida  sin hijos. La segunda, después del  accidente, lo dejó  tal cual un perro abandonado en el hospital,  porque no podía hacer nada por él.  Un amigo de esos que no faltan, lo recoge y lo lleva donde el chino quiropráctico, consiguiendo este hacerlo caminar nuevamente. 

Luego sin familia ni ayuda y consecuentemente limitado por su  afección, enfrenta a la vida viviendo  en la calle, dentro de ella.  Ocasionalmente tuvo apoyo de algunas agrupaciones, pero por tiempos limitados.

Duerme a la intemperie, su frazada es la noche  y su luz la conforman el total de estrellas. La piel de su cara y manos es  fiel testigo de ello.

Dentro de lo poco que pueda tener como  bienes están sus recuerdos y gratitud para  todas las personas que siempre de una u otra forma siempre lo  apoyan, un plato de comida en días de suerte  y en fiestas su pedazo de panetón.

 Algo curioso, dentro de los grupos que ocasionalmente ven por él   están los budistas los Evangélicos  y nunca me mencionó  una iglesia católica, pese a que muchas veces suplico ante sus puertas  .

No cesaba de decirme que Dios es su gran protector. Algo difícil de entender  en un ser que nada tiene salvo su vida para vivirla en agonía y extrema pobreza  dentro del flagelo de la ´pobreza en si  y la  miseria, hermana terrorífica de la  misma, sin acceso a higiene, curar malestares o salud, algo que difiere  diametralmente del   común de la población que al menos tiene lo necesario   y  que  pese a pasar por su lado continuamente,   no lo ve y menos  piensa en el.

Terminamos la conversación y me despedí prometiéndole publicar su experiencia y Oswaldo con ojos llorosos lo único que  balbuceando pudo decirme fueron:

 Ayúdeme por favor ayúdeme, ya no puedo vivir así.

Palabras que retumban en mi  tal cruel eco agresivo y tenebroso de una realidad que existe pero que  no sabemos  o no queremos saber de ella, al fin de cuentas, para la gran mayoría no es su problema.

Mg. Dante Arbocco Quesada
Asesor Empresarial
darbocco@yahoo.com
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